“Huimos de Rusia porque nos sentíamos en peligro y perseguidas”
Olga (40 años) se define como activista feminista y es de Rusia. Lleva en España 5 años. Vivía en Rusia sin saber que había otra realidad fuera, libre, feliz y sin esconder el hecho de ser lesbiana a su familia, entorno y sociedad. Aquí se vive de otra manera y se enamoró del país. Tiene una hija de 18 años y quería que creciese en un país libre. Ha vivido toda su vida a escondidas de todo el mundo y su hija sufrió bullying en la escuela.
Nika también es rusa, activista, feminista y solicitante de asilo. Solicitó asilo aquí en España hace 3 años, por el hecho de ser mujer feminista era perseguida en su país de origen. Ha sufrido amenazas de la sociedad que le rodeaba y de su propia familia. Sus padres no aceptan su identidad ni su vida.
La gota que colmó el vaso fue por la ley contra la propaganda LGTBIQ+, la ley y la policía juzgaban y aplicaban multas y detenciones por post en RRSS, viviendo situaciones persecutorias, con cárcel y quitar la patria potestad, arrancar a los hijos de la familia solo por el hecho de ser lesbiana. Y esas denuncias las podían poner, padres, vecinos, amigos… no aguantaba más la situación de su país.
Nika afirma que jamás volverá a Rusia porque la vida que vive aquí en España la pondría en peligro en su país, sería la enemiga del Estado y no podría estar contando su testimonio. Si tuviese que volver o se hubiese quedado en su país asegura que “no estaría” o estaría encarcelada. Las amigas que se han quedado en su país están más calladas que nunca por miedo.
En Rusia se finge lo que no eres.
“Vivir en Ucrania no es seguro para una persona homosexual”
Karen 45 años de Brasil y Svitlana 39 años de Ucrania.
Karen llegó a España por trabajo en 2005 y volvió antes de la pandemia y Svitlana justo el día de antes de encerrarnos. Se conocieron en 2010 trabajando en el teatro de un crucero, fue un flechazo, pero después de ese trabajo, rehicieron sus vidas e hicieron vidas por separado durante 7 años. Viajaron por separado y volvieron a encontrarse en Canarias.
Karen asegura que en Brasil ser lesbiana lo vivió como un “falso oba oba”, y es que Brasil es conocido como un país libre y carnavalesco pero nada tiene que ver. Es un país muy machista aunque “disimulado” y ella lo notó sobretodo con parejas más masculinas que ella.
Las personas más masculinas que ella sí que viven bajo presión y amenazadas.
Svitlana sin embargo, vivió situaciones peores porque en Ucrania no está permitido ser homosexual. No puedes tener familia y no eres libre. Por eso decidió venir a España, porque tienes que vivir allí completamente en secreto tu historia. Hay parejas homosexuales que fingen estar con heterosexuales para poder vivir, pero muchas de ellas son ambos homosexuales, pero están juntos en secreto.
“Al ser Testigo de Jehová la heteronormatividad no era una opción”
“Desde pequeño siempre creí en Dios; formé parte de Los Testigos de Jehová durante 17 años; cristiano y practicante.
La heteronormatividad no era opcional, era fundamental e indiscutible; así que pasé la infancia contentando a la familia y al resto de l@s herman@s cristian@s.
Hasta los 16-17 años no tuve ningún referente LGBTIQ+. Es toda una pena que creciera viendo a este mismo colectivo como algo maligno y con necesidad de ocultarlo e invisibilizarlo.
Poco a poco, abriéndome a mi mundo, el mundo del arte, a los sentimientos, la libre expresión y dejando a mi mente explorar por distintos pensamientos; así pude atar cabos, admitir mi condición sexual, aceptarla y, a día de hoy, sentirla con orgullo y procurando hacer activismo y visibilizar al colectivo.
Desde luego, después de todos los años como Testigo de Jehová, de mi propia experiencia me quedo con los valores más buenos que pudieron enseñarme, aprender la asombrosa capacidad que tiene la Fe para mover el mundo y aplicar en mi vida aquello que me dicta la mente que es justo.
“Vivíamos en el centro de Moscú, los vecinos nos acosaban e insultaban. Teníamos que salir de allí”
Nos conocimos en 2017 en Moscú y en el verano de ese mismo año empezamos a vivir juntas.
A pesar de vivir en el centro de Moscú, nos enfrentábamos diariamente a varios tipos de acoso. No podíamos abrazarnos o cogernos de la mano en el patio de casa. Los vecinos nos hacían preguntas y nos insultaban. La situación con los vecinos terminó con una nota bajo de la puerta que decía: «No os necesitamos, tenéis que salir de aquí». A la semana siguiente teníamos el coche rayado. Si esto sucede en el centro de la capital, no quiero imaginar lo que estará sucediendo en las pequeñas ciudades rusas.
Además, tenemos un hijo. Estábamos constantemente preocupadas porque los niños intimidan a otros niños que son diferentes. Teníamos miedo de que a uno de los padres o maestros no le gustara nuestra familia, y que Servicios Sociales viniera y amenazara con llevarse al niño. En Rusia no podemos ser una familia por ley.
Solo nos amamos. Queremos vivir libremente, ser capaces como cualquier pareja de cogerse de la mano y no temer por sus vidas. No tuvimos más remedio que irnos.
“En Azerbaiyán he sido detenido por la policía por ser homosexual y privado de libertad en los calabozos de una comisaría.”
Me vi obligado a huir de mi país debido a la persecución que sufría por mi orientación sexual, ya que soy una persona homosexual.
Por ello, he sido víctima de persecución y en diferentes ámbitos. La sociedad de mi país, así como sus funcionarios e instituciones me han discriminado, vejado y atacado durante años. Incluso he sido detenido por la policía de mi país y privado de libertad en los calabozos de una comisaría. Persecución que también he sufrido por parte de mi padre, quien tal y como expongo en mi entrevista y en mi relato manuscrito, me maltrató tanto física como psicológicamente cuando tuvo conocimiento de mi orientación sexual. Por mi homosexualidad, mi hermano mayor también me repudió.
Son muchos los episodios de violencia que he sufrido y por distintos agentes, motivados todos por mi orientación sexual.
La sociedad en mi país no es tolerante con la libertad sexual de las personas como yo, y tampoco las instituciones y sus funcionarios.
Entre los ataques más relevantes, destacar un hecho ocurrido en el año 2017 cuando caminaba por Baku junto a mis dos amigos con los que convivía y también gays, veníamos de un club nocturno. De repente cuatro personas, que luego supimos que eran policías, se acercaron a nosotros. Nos dijeron que los acompañáramos a la comisaría. Evidentemente no teníamos escapatoria. Cuando llegamos a la comisaría nos encerraron en unos calabozos. Allí había aproximadamente unas 25 personas más, todas eran transexuales y también había homosexuales como mis amigos y yo. Creo que habían hecho una redada para “limpiar” la imagen de la ciudad. Es algo habitual en mi país.
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